Quizás todavía no somos del todo conscientes, pero la IA está ya prácticamente en todas partes. Los asistentes virtuales son capaces de darnos respuestas precisas a nuestras cuestiones, las redes sociales y las plataformas de entretenimiento nos muestran contenido adaptado a nuestros intereses, y los bancos, se sirven de la IA para detectar fraudes. Todos ellos son ejemplos de la inteligencia artificial en nuestro día a día; una presencia tan bien integrada y con tantas posibilidades de futuro que seguiremos experimentando cambios progresivos en los próximos años.
Si quieres conocer en profundidad las aplicaciones empresariales que tiene y en concreto en el ámbito digital, puedes inscribirte en nuestro Máster en Marketing e Inteligencia Artificial en Madrid y Barcelona. Aprenderás a usar IA para optimizar estrategias, automatizar procesos y mejorar la experiencia del cliente con un enfoque práctico y actualizado.
La inteligencia artificial (IA) es la capacidad que tienen las máquinas para realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana. Por ejemplo, aprender, razonar, reconocer patrones o tomar decisiones. Se basa en algoritmos y modelos de aprendizaje automático que procesan grandes volúmenes de datos y que tienen la capacidad de mejorar su rendimiento con el tiempo.
Los usos de la IA son muy amplios e incluyen asistentes virtuales, sistemas de recomendación, diagnósticos médicos, automatización industrial o vehículos autónomos, entre otros.
La inteligencia artificial tiene su origen en la combinación de informática, lógica y neurociencia. Su objetivo era desarrollar sistemas que fueran capaces de imitar ciertas capacidades humanas, como el aprendizaje y la resolución de problemas.
Sus inicios se remontan a la década de 1950, pero ha sido en los últimos años cuando hemos visto el mayor avance desde entonces. Todo ello gracias al procesamiento de datos y la potencia de cálculo, que ha permitido desarrollar modelos cada vez más sofisticados.
Hoy en día, la IA funciona a través de algoritmos que analizan grandes volúmenes de información, identifican patrones y optimizan procesos sin intervención humana. En función de cuál sea su nivel de autonomía y aprendizaje, encontramos dos tipos de inteligencia artificial. Por un lado, la débil, que realiza tareas específicas, y por otro, la fuerte, con capacidades más avanzadas que buscan emular el razonamiento humano.
Las aplicaciones y usos de la inteligencia artificial abarcan múltiples sectores, como la sanidad, donde asiste en diagnósticos médicos, el comercio, con recomendaciones personalizadas, o la industria, mediante la automatización de tareas.
Los ejemplos de la inteligencia artificial están muy presentes en nuestra rutina diaria. Gracias a ella, realizamos tareas más rápido y con mayor eficacia, pero sobre todo, de forma automática. Con los usos cotidianos de la IA que vamos a ver, tendremos una perspectiva más realista de la influencia que tiene en nuestra vida.
Cada vez que hacemos una pregunta a nuestro smartphone y obtenemos una respuesta instantánea, estamos interactuando con inteligencia artificial. Se estima que más de 500 millones de dispositivos en todo el mundo han utilizado asistentes de voz en 2024, y su presencia sigue en aumento.
Amazon, Google y Apple, que son las empresas que han creado a sus propios asistentes, continúan mejorando sus sistemas para que las respuestas que dan sean cada vez más precisas y con una conversación lo más natural que sea posible.
A través de estos asistentes, podemos ejecutar tareas con comandos de voz. Por ejemplo, establecer recordatorios o controlar dispositivos inteligentes en el hogar. También pueden leer noticias, reproducir audiolibros o responder preguntas complejas gracias a modelos avanzados de procesamiento del lenguaje.
Esta evolución se la debemos a la inteligencia artificial generativa, que es la que hace a los más adaptativos y personalizados. Los chatbots son otro de los ejemplos de la inteligencia artificial como asistentes, y se usan en la atención al cliente para automatizar respuestas y mejorar la experiencia de los usuarios en distintas plataformas.
Los coches con inteligencia artificial cuentan con sistemas de asistencia a la conducción, como el frenado automático de emergencia, el control de crucero adaptativo y la detección de peatones. La IA permite analizar datos en tiempo real a través de sensores y cámaras. De este modo, se mejora la seguridad y se optimiza el consumo de combustible.
Los vehículos autónomos se encuentran en fase de pruebas, pero siguen avanzando. Además, empresas como Tesla, Waymo y Mercedes-Benz están implementando tecnologías que permiten que los coches se desplacen sin intervención humana en ciertas condiciones. No obstante, todavía hay desafíos relativos a las normativas, la infraestructura y la seguridad.
Los navegadores y aplicaciones de mapas son otro de los ejemplos de la inteligencia artificial que más hemos incorporado en el día a día. Se encargan de darnos rutas claras y adaptadas a las condiciones del tráfico en tiempo real. Para ello, usan algoritmos avanzados que analizan datos de millones de usuarios, cámaras de tráfico y sensores en carreteras. Así, predicen atascos, calculan los tiempos de llegada y sugieren alternativas más eficientes. Estas herramientas también pueden aprender de los hábitos de cada persona y dar recomendaciones personalizadas según sus trayectos frecuentes.
La IA también ha mejorado la navegación en interiores y en zonas con poca señal GPS. Por tanto, se mejora la orientación en aeropuertos, centros comerciales o estaciones de transporte. Además, Google y Apple han implementado visión artificial y realidad aumentada en sus mapas para ofrecer indicaciones más intuitivas, como flechas superpuestas en la pantalla al caminar.
La domótica se refiere a dispositivos que automatizan tareas y mejoran la comodidad. Por ejemplo, termostatos inteligentes, luces automatizadas y cerraduras digitales, que optimizan el consumo energético y mejoran la seguridad.
Otros ejemplos de la IA en la vida cotidiana son los asistentes virtuales integrados en altavoces inteligentes, que controlan dispositivos con simples órdenes de voz. Además, una de las ventajas de la inteligencia artificial es que permite avisar de fallos en los electrodomésticos o ajustar el funcionamiento para que sean más eficientes.
En la medicina, la IA se usa para agilizar los diagnósticos y conseguir que sean más precisos. Los algoritmos avanzados pueden analizar imágenes médicas, como radiografías y resonancias, y detectar enfermedades en sus primeras fases.
También se utilizan modelos predictivos que procesan historiales clínicos y datos genéticos. Estos pueden identificar riesgos de padecer ciertas enfermedades antes de que aparezcan los síntomas.
Otra gran aplicación de la IA es la optimización de tratamientos y la personalización de la atención médica. Los asistentes virtuales ayudan a los pacientes con recordatorios de medicación, y los robots quirúrgicos apoyan a los médicos en operaciones que requieren una alta precisión. La inteligencia artificial también mejora la gestión hospitalaria, ya que se agiliza la asignación de camas y la planificación de citas.
Los motores de recomendación basados en inteligencia artificial analizan el comportamiento de los usuarios para sugerir contenido de forma personalizada. Lo vemos a diario en plataformas de streaming como Netflix y Spotify. Ambas estudian los hábitos de visualización y escucha, y adaptan las recomendaciones a los gustos de cada persona. Todo a partir de algoritmos de aprendizaje automático, que predicen qué series, películas o canciones nos interesarán más. El objetivo es que pasemos más tiempo en ellas, no solo mejorar la experiencia.
En el comercio electrónico, como en Amazon, también se usan motores de recomendación que muestra productos según el historial de compras y las búsquedas. Las redes sociales hacen lo propio con el contenido que sale en el feed, y se priorizan publicaciones y anuncios en función de las interacciones previas.
El reconocimiento facial y la biometría son también ejemplos de la inteligencia artificial, que mejoran la seguridad y la comodidad. Los dispositivos móviles la utilizan para el desbloqueo rápido y seguro, y en los aeropuertos, agiliza el control migratorio porque identifica a los pasajeros sin pedir documentos físicos.
En el sector bancario, la verificación de identidad con biometría se ha convertido en un estándar para autorizar transacciones y acceder a cuentas desde aplicaciones móviles.
La inteligencia artificial ha creado herramientas que pueden generar textos, imágenes y videos en segundos. Por ejemplo, ChatGPT redacta artículos, correos electrónicos o incluso guiones con mucha fluidez, por lo que agiliza o mejora el trabajo de escritores y las campañas de marketing.
En el sector visual, se pueden crear ilustraciones, carteles o imágenes realistas a partir de descripciones de texto con herramientas como DALL·E y MidJourney. En el sector audiovisual, Runway o Synthesia crean presentaciones con avatares virtuales o modifican videos en tiempo real.
En la banca, la IA mejora la seguridad y la eficiencia porque analiza patrones de comportamiento sospechosos en transacciones en tiempo real para detectar fraudes. También se usan algoritmos en la automatización de inversiones, para ajustar las estrategias al análisis del mercado. Y los asistentes virtuales bancarios agilizan la atención al cliente, dado que responden consultas y gestionan operaciones al instante.
Si quieres aprender más sobre las aplicaciones de la IA en el marketing digital para comprender cómo puede mejorar la visibilidad o la eficacia de las campañas de las empresas de cualquier sector, inscríbete en nuestro máster.